Escribe Paco Mira
MATAMOROS
Y LA CIZAÑA
Y LA CIZAÑA
No me voy a meter en
camisas de no sé cuantas varas, ni en juzgar ciertos programas televisivos
aunque creo que todos tendríamos motivos para ello y sobre todo por el apellido
y el nombre con el que titulo mi reflexión de esta semana. Seguro que a todos
nos viene a la mente algún personaje que aparece en la televisión, que incluso
tiene que ver con la cizaña. Pero no quiero ir por ese camino, aunque a veces
es inevitable.
Mi abuela, que era
muy sabia, de esas sabidurías que los palos de vida van curtiendo a las
personas, que la vida te va examinando y sin avisarte previamente, siempre me
dijo "Paco, no hay que juzgar a las
personas por las apariencias". Y probablemente en la mayoría de los
casos tenía razón, aunque también he de decir que a veces la apariencia no deja
de ser un termómetro que nos indica la calidad de la gente que nos rodea.
Y creo que lo de
las apariencias tiene que ver con nuestro amigo Santiago cuya onomástica
celebramos la semana que entra. No sé cómo ni de que manera se le ha puesto el
apelativo de matamoros, puesto que probablemente no haya matado ninguno y es
más: el acabó peor que muchos que no lo son. Probablemente todo entra en un
mundo dominado por espíritu que desgraciadamente se me antoja que es de desprestigio,
aunque este calificativo tenga muchos años.
El evangelio de
este fin de semana nos habla de la cizaña. Y ¿saben?: yo creo que la cizaña no
es mala en ciertos momentos: la cizaña nos hace apreciar lo bueno que tenemos
que saber valorar y preservar de aquello que no lo es. La cizaña nos hace ver
lo que tenemos que conservar sobre aquello que no sirve, por eso el
evangelio dirá: déjenlos crecer juntos
hasta la siega.
Algo parecido tiene
que pasar con Santiago, nuestro Apóstol. Los santos, los mártires, no son
imágenes de escayola, de madera - que también - que colocamos en las peanas de
nuestras iglesias, que a veces encendemos una velita, o colocamos un ramito de
flores, a los que dedicamos, de vez en cuando, una oración.....
Los santos, los
mártires - lo dije ya en alguna ocasión - son esas personas con las que nos
encontramos todos los días en la calle, en casa, en el trabajo.... que su vida
es ejemplo a imitar y a seguir: Su vida probablemente no aparezca en la lista
de los mártires de una forma oficial y quizás no tenga un día en el calendario
al que podamos acudir con cierta frecuencia. Los santos anónimos quizás sean
más que los reconocidos oficialmente, pero tienen el mismo valor que los demás.
Santiago ha logrado
hacer un camino. Muchos lo siguen: por devoción, por deporte, por promesa, por
fe, por curiosidad... pero cualquiera que sea la motivación el camino siempre
tiene un final: Santiago, el apóstol, el ejemplo, el testigo, el que, sin saber
por qué, deja huella y dice, en el silencio del camino, siempre algo que al que
lo hace le interroga y le interpela.
Santiago, también
nos dice que en la vida, en su camino hay cizaña. Muchos tenemos que convivir
con ella. La vida, dentro de la crudeza con la que a veces nos despierta, es
bella y en ella conviven los santiagos de la vida y la cizaña que crece junto
con ellos. El evangelio, las buenas noticias, el ejemplo de los santos.... son
los que nos tienen que hacer ver que rastrojos tenemos que quitar y quemar y
ver cuales son aquellos que no nos estorban.
Ya ven que mi
reflexión no iba por la televisión, aunque en ella también podemos encontrar
mucha cizaña y mucha buena noticia. No nos dejemos embaucar por aquello que es
efímero. Probablemente no , seguro, la cizaña no necesita mucho cuidado para
crecer, para desarrollarse, no necesita mucho abono para ello. Quizás lo bueno,
las buenas cosechas necesitan mucha más atención y vivimos en un mundo en el
que no estamos para cuidados.
Felicidades a todos
los que tienen por nombre Santiago; a
los que Santiago protege como patrón y que sigamos el ejemplo que él nos marca.
Hasta la próxima y feliz verano.
Paco Mira
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