¿REALMENTE SIRVEN
LAS ENCUESTAS?
LAS ENCUESTAS?
Vivimos en una sociedad que se me antoja que no es tan compleja como nosotros, a veces, queremos hacerla. Creemos que la mitad de las cosas no funcionan y por eso hay que cambiarlas aunque muchas de ellas, por el tiempo que llevan puestas en práctica, ni siquiera les ha dado tiempo a saber si sirven o no. Pero es más: enseguida nombramos una comisión que tiene que analizar lo que sucede y además, planteamos una encuesta a la gente, porque creemos y entendemos que la democracia tiene que ser eso: el gobierno del pueblo y este tiene que intervenir.
Pero claro: las encuestas funcionan en
la medida en que los problemas surgen y probablemente un problema existe, no se
ha solucionado, pero no está en primera plana y en la encuesta no sale como
prioritario. Eso es lo que pasa o ha pasado, por ejemplo, en nuestra querida
Cataluña.
Si hoy hiciéramos una encuesta de cuál
serían los problemas más acuciantes de nuestra sociedad pues tendríamos una
lista interminable: la enfermedad, el paro, los hijos, la situación en
determinada comunidad autónoma, el terrorismo, etc. y claro, siendo todos
importantes, ¿cuál es prioritario según las encuestas?.
Y es curioso que las encuestas también
demuestran, que las necesidades y a veces calamidades de los hombres son
caminos y vehículos que nos acercan a Dios. ¿Tiene que ser así?, probablemente
no , pero también es una oportunidad de acercamiento. Dice el evangelio de este
fin de semana que a Jesús le acercaban muchos enfermos para que los curara.
Pero el evangelio también dice que nunca decía que no, nunca rechazaba a
ninguno de ellos, sino que acogía a todos y cada uno de los mismos.
Pero me da la impresión que a veces
tratamos a Jesús como el echador de cartas, o el mago astrólogo que consulta el
horóscopo y en función de ello da soluciones a problemas que en un momento
determinado tenemos. Lejos de la intención. Jesús es la confianza de quien pone
su corazón en la realidad de que se va a cumplir lo que se pide. ¿Qué sentido
tiene pedir algo a alguien en quien no creemos o de lo que pasamos y solamente
nos agarramos a él en momentos puntuales que dan solución a nuestros intereses
personales?
Jesús es ese hermano que todos tenemos
y en quien confiamos. Para él es importante que las personas le conozcan y se
vayan abriendo a su mensaje. A él le duele el dolor de sus hermanos y se
implica con ellos solidariamente. El ver a un Dios que se agacha para recoger
la miseria y el dolor humano fortalece la fe de los testigos, hace más creíble
el anuncio y nos demuestra, una vez más, que el Reino ha de traducir en
acciones concretas de transformación humana y social.
Si nos quedamos en el anuncio, en las
encuestas y no pasamos a la acción y al compromiso corremos el riesgo de ser
irrelevantes ante la sociedad a la que le decimos que tenemos que ser
comprometidos. Cuando la Iglesia anuncia el evangelio desde el compromiso con
los últimos y se agacha para servir, se hace creíble y convincente su mensaje,
se vuelve sal y luz para el mundo.
Cada vez veo más claro que la encuesta
tiene que ser el preludio de una realidad que todos quieren y desean. La
encuesta tiene que ser la realización práctica de aquello que pedimos y
solicitamos como válido y verdadero. Jesús dice que va a casa de la suegra de
Pedro: ¡cuántas veces atendemos a los de lejos y nos olvidamos de los de casa!.
Probablemente los de fuera, a veces, se/nos comportamos como gente que busca
agradar a los que se nos acercan, pero en el fondo lo que sucede es que tenemos
que convivir con los que están alrededor. ¡Qué bueno el ejemplo de Jesús!:
primero la suegra, los de casa, los más cercanos.
Ojalá que aprendamos lo que tenemos que
hacer cuando el ejemplo de los próximos nos tienen que llevar a los más
alejados
Hasta la próxima.
Paco Mira
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