sábado, 3 de febrero de 2018

Escribe Paco Mira:


¿REALMENTE SIRVEN
LAS ENCUESTAS?

            Vivimos en una sociedad que se me antoja que no es tan compleja como  nosotros, a veces, queremos hacerla. Creemos que la mitad de las cosas no funcionan y por eso hay que cambiarlas aunque muchas de ellas, por el tiempo que llevan puestas en práctica, ni siquiera les ha dado tiempo a saber si sirven o no. Pero es más: enseguida nombramos una comisión que tiene que analizar lo que sucede y además, planteamos una encuesta a la gente, porque creemos y entendemos que la democracia tiene que ser eso: el gobierno del pueblo y este tiene que intervenir.

         Pero claro: las encuestas funcionan en la medida en que los problemas surgen y probablemente un problema existe, no se ha solucionado, pero no está en primera plana y en la encuesta no sale como prioritario. Eso es lo que pasa o ha pasado, por ejemplo, en nuestra querida Cataluña.

         Si hoy hiciéramos una encuesta de cuál serían los problemas más acuciantes de nuestra sociedad pues tendríamos una lista interminable: la enfermedad, el paro, los hijos, la situación en determinada comunidad autónoma, el terrorismo, etc. y claro, siendo todos importantes, ¿cuál es prioritario según las encuestas?.

         Y es curioso que las encuestas también demuestran, que las necesidades y a veces calamidades de los hombres son caminos y vehículos que nos acercan a Dios. ¿Tiene que ser así?, probablemente no , pero también es una oportunidad de acercamiento. Dice el evangelio de este fin de semana que a Jesús le acercaban muchos enfermos para que los curara. Pero el evangelio también dice que nunca decía que no, nunca rechazaba a ninguno de ellos, sino que acogía a todos y cada uno de los mismos.

         Pero me da la impresión que a veces tratamos a Jesús como el echador de cartas, o el mago astrólogo que consulta el horóscopo y en función de ello da soluciones a problemas que en un momento determinado tenemos. Lejos de la intención. Jesús es la confianza de quien pone su corazón en la realidad de que se va a cumplir lo que se pide. ¿Qué sentido tiene pedir algo a alguien en quien no creemos o de lo que pasamos y solamente nos agarramos a él en momentos puntuales que dan solución a nuestros intereses personales?

         Jesús es ese hermano que todos tenemos y en quien confiamos. Para él es importante que las personas le conozcan y se vayan abriendo a su mensaje. A él le duele el dolor de sus hermanos y se implica con ellos solidariamente. El ver a un Dios que se agacha para recoger la miseria y el dolor humano fortalece la fe de los testigos, hace más creíble el anuncio y nos demuestra, una vez más, que el Reino ha de traducir en acciones concretas de transformación humana y social.

         Si nos quedamos en el anuncio, en las encuestas y no pasamos a la acción y al compromiso corremos el riesgo de ser irrelevantes ante la sociedad a la que le decimos que tenemos que ser comprometidos. Cuando la Iglesia anuncia el evangelio desde el compromiso con los últimos y se agacha para servir, se hace creíble y convincente su mensaje, se vuelve sal y luz para el mundo.

         Cada vez veo más claro que la encuesta tiene que ser el preludio de una realidad que todos quieren y desean. La encuesta tiene que ser la realización práctica de aquello que pedimos y solicitamos como válido y verdadero. Jesús dice que va a casa de la suegra de Pedro: ¡cuántas veces atendemos a los de lejos y nos olvidamos de los de casa!. Probablemente los de fuera, a veces, se/nos comportamos como gente que busca agradar a los que se nos acercan, pero en el fondo lo que sucede es que tenemos que convivir con los que están alrededor. ¡Qué bueno el ejemplo de Jesús!: primero la suegra, los de casa, los más cercanos.

         Ojalá que aprendamos lo que tenemos que hacer cuando el ejemplo de los próximos nos tienen que llevar a los más alejados

         Hasta la próxima.

         Paco Mira

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