viernes, 4 de mayo de 2018

HOMILÍA


HOMILÍA DEL DÍA DE SAN JOSÉ OBRERO EN CRUCE DE ARINAGA

Me ha parecido interesante conservar y publicar la homilía que el pasado 1 de mayo pronunció en esta parroquia el sacerdote Higinio Sánchez Romero, actualmente encargado de la Parroquia de Santa María de Guía. Les dejo el texto completo.

Saludo. Es  la segunda vez que presido esta misa en la fiesta del Cruce. La primera estando de párroco don José Cirilo. Me siento honrado de estar con ustedes y agradecido al párroco don Jesús.

Hay personas con las que queremos rendir un homenaje a una parte importante de la humanidad. Personas representativas. Cuando celebramos la fiesta de santa Ana y san Joaquín queremos representar y bendecir por ellos a los abuelos. O con san Isidro  a los agricultores. O santa Rita a las personas fuertes que han sabido sufrir amando.  El papa Pio XII quiso con acierto que José de Nazaret representara al mundo del trabajo; de hombres y mujeres que han transformado el mundo con su esfuerzo, a veces creativo, a veces rutinario.

Te está cantando el martillo, y rueda en tu honor la rueda. Puede que la luz no pueda librar del humo su brillo.  Que sudoroso y sencillo  te pones a mediodía, Dios de esta dura porfía de estar sin pausa creando y verte necesitando del hombre más cada día.

El Dios que parece bastarse y sobrarse, eterno y todopoderoso, se ha hecho mendigo del ser humano, de cada humano, de toda persona. Se hizo mendigo también de José de Nazaret. Lo necesito como padre de familia y humilde trabajador.

De san José sabemos pocas cosas. Por una referencia bíblica, al hablar de Jesús se le llama el hijo del carpintero. Probablemente en la sociedad en la que vivió José, al no haber profesiones totalmente estructuradas, sería esa persona habilidosa capaz de solucionar esos innumerables problemas que la vida tiene con el trabajo de la madera. Cuando a alguien se le conoce por su profesión en la mayor parte de los casos expresa su buena fama. Es como si se dijera de boca en boca, si necesitas en casa de este oficio, llama a este hombre, a José el carpintero, que lo hará bien, y es honrado. Muchas veces entraría en las casas de las personas a arreglar cosas con la ayuda de un muchachito, Jesús. Gracias a José, el carpintero, Jesús entró en tantas casas, observó con discreción, habló con las personas. Y me imagino hasta alguna conversación con su padre de regreso a casa: ¿Por qué no le cobraste nada papa? Porque son pobres. Quiero destacar en José tres valores:

Rectitud porque siempre quiso en su vida no ofender a Dios, dicho de forma positiva hacer su voluntad, ganarse el pan con honradez por medio de su trabajo. Un hombre educado en la ley de Moisés que siempre la aplica buscando lo mejor. Es más noble en la observancia de la ley que los mismos fariseos. El episodio más claro es cuando encuentra embarazada a María antes de vivir con ella, y quiere romper el compromiso matrimonial de forma secreta para no dañarla.  

La rectitud en la vida supone darle a la conciencia un puesto importante. No se puede vivir desde la mentira o el disimulo, o la soberbia personal. No se puede vivir trampeando. No se puede vivir envidiando, o deseando tener lo que nos es imposible. José es una persona recta. Con una persona recta merece la pena tener trato, confiar una confidencia, desahogarte ante un problema, consultar una decisión. La persona recta no calumnia, no habla más de la cuenta; sabe escuchar, sabe comprender las debilidades ajenas, sabe esperar en las crisis que las personas tenemos, sabe calmar los ánimos y no poner más leña al fuego. La rectitud se expresa esta máxima de la ley judía: “No hagas a otro lo que no quieras que te hagan”. (honrado)

Generosidad. “Tu vida es cuidar a una mujer y respetarla, y además, cuidar y educar a un niño como si fuera hijo tuyo. Siendo el padre legal, no eres el más importante en esa familia, sino el más que sirve. Y cuando este niño crezca y ya se valga por si mismo, tu vida en este mundo habrá terminado”. José acepta este reto, esta vida nada protagonista, como servidor al frente de la familia de Nazaret. Servidor fiel y solícito puesto al frente de la casa de Nazaret. Incluso cuando hay que llamar la atención a Jesús que se ha perdido es María la que habla. Esto en el esquema antiguo es difícil de entender, donde el padre de familia es el que habla, el que corrige, el que pone las normas.

 Discreto, generoso, no celoso de un puesto de  protagonismo. Por aquella familia, su familia,  lucha cada día, trabaja; se hace emigrante. Ama y se siente amado. Jesús lo quiere con toda su alma y María también. Jesús se siente orgulloso cuando hablan de él como el hijo del carpintero, y así se presenta: ¿Tu quien eres? Me llamo Jesús, soy hijo de José el carpintero de Nazaret. Como familia se cuidan mutuamente. Si Jesús llamó a Dios Padre fue porque encontró un ejemplo digno en la tierra que le llevó a usar ese ejemplo de modo análogo para hablar del que está en el cielo. (generoso)

La fe. Su fe se suele comparar con la de Abrahán, el gran creyente del Antiguo Testamento. Cree aunque las evidencias externas no aseguran nada. Cree y confía. La fuerza de la fe se muestra cuando aparece la noche, las dificultades, las contradicciones. Ser creyente no supone un talismán para ver todas cosas de manera evidente, y menos que todo te salga según tus deseos. Hay un salmo que rezamos y escuchamos mucho que para mí es expresión de fe, el Señor es mi pastor. “Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo, porque tú vas conmigo. Tu vara y tu callado me sosiegan.” Ese sonido del golpe de la vara que me va marcando el paso, que me dice que no me voy a caer en un precipicio, me dice que no estoy sólo y perdido, es lo que da seguridad en la vida. Eso es tener fe: confiar, pensar que Dios no me engaña, que no se ríe de mí, que no me desprecia.

La simbólica vara florecida que toda imagen de san José lleva en su mano es expresión de su elección. Todos somos elegidos para algo en la vida. “Contigo quiero compartir mi vida” le dijo un día María. Aceptándose a si mismo y aceptando su puesto, inició un camino de vida familiar admirable, guiado por la fe. Con esa vara de amor guiaba a su familia, la cuidaba, y con ella queremos que siga orientando a la Iglesia, para que seamos comunidad creyente. José es el trabajador hombre de fe; María también es la trabajadora que traspira fe: Dichosa tú que has creído” En nuestras comunidades hay un grupo de persona que hablan y y hacen muchas cosas.(Bendito sean por lo que hacen, aunque en ocasiones hagan demasiado ruido) Pero también hay un grupo de personas sencillas y silenciosas que no hacen ruido, pero que no dejan de participar en la misa, que rezan, que comparten lo que pueden. A veces los despreciamos porque no hacen cosas.  Tal vez tengan una fe mayor que muchos de los que nos afanamos en las parroquias. Tienen una fe callada, pero auténtica, parecida a la de San José. Son así en las parroquias y son así en la calle. Nada protagonistas, pero fuertes por dentro. Personas de las que uno se puede fiar. Personas honradas, generosas y con fe. Son los josés de nuestro tiempo.

El Dios eterno necesitó de José. Necesita de cada uno de nosotros. Le agrada nuestro trabajo, nuestra vida sencilla. José representa a los que se han santificado trabajando, sirviendo, amando, sin ser protagonistas de nada.

Que agradecidos estamos contigo José. Cuánto enseñas desde tu discreción.Bendito seas por siempre San José.

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